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martes, 15 de enero de 2019

Razones

No. No es que no sé reconocer la belleza. Es que no la ando buscando. No, no es que no añore a la pasión tropezándose en la acera descalza de vez en cuando cuando la premura le gana a la elegancia. No, no me avergüenzo ni un poquito de los errores que he cometido, me son más bien queridos. No es que tenga el alma amarga; es que no es tan común encontrar la alegría genuina y pura en los rincones empolvados de la rutina. Es que a veces les falta grasa a las ruedas del tiempo. No, no es el corazón el que tengo seco. Es que no se puede ir por la vida tan feliz. Es indecente aparentar que satisfacen los desvaneos que la fortuna nos brinda. Las raíces no llegan a la poza de los ríos revueltos de hace años. Ya me falta fuerza. Solo los colibríes bulliciosos que estiran las manitas hacia mis cosas frágiles con genuino interés y los otros llenos de colores son capaces de hacerme sonreír. El viento no trae nombres ni voces ni nada más que polvo y ceniza. La lluvia es el consuelo a la sed de tener algo antiguo y querido.

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