No se busca más en la vida que un lugar donde esperar a
que pasé la tormenta. Los rosarios que rece de niña rezaron por las
incongruencias que los gatos maullaron en repetidos octubres. Buscando un sitio
donde no se note mucho que el corazón se escondió hace tiempo en una montaña
húmeda y verde oscura ¿Quién se atreve a romper
el silencio de las manos y las horas de insomnio? Sí sólo los sabios degustan
lo que se sale del sendero que nos pintan las circunstancias. Lo
diferente da miedo por definición. A nadie le gusta que la gente que no
importa ni ayuda, juzgue severamente los deslices, como las damas ancianas a la salida de
misa.Viste más la coraza inútil del cuerpo que se hundió en tú pecho, que al calor que te brindaba sin medida. Y terminaste como ellos, como la gente que no interesa ni ayuda, juzgando como damas ancianas a la salida de misa, pensando que no
es cierto que las manos ven y la lengua
sabe dibujar el destino en la base de tú cuello. Las ilusiones son casi
tan inútiles como los nudos en la garganta. Y vuelven a veces a estorbar la
práctica secuencia de las mañanas y las madrugadas.Ya no me molestan las piedras en los zapatos. Esperar tiene
un significado diferente igual que llorar y reír se van acomodando uno a otro
como novios viejos y se van volviendo indistinguibles entre sí. El silencio
trae más paz que inquietud. Y tampoco los sueños significan lo mismo. El rosario
del tiempo ya no desvela. El ácido del sol ya no trae cuentos venidos de lejos,
la neblina es más un amigo que un deseo. Y el caldero donde se cocinó le pena
se me hace más querido que extraño. Las salamandras y las culebras amarillas
llegan a los pies tibios y mansos. Dulce es la casa de la indiferencia. Calmos
los versos que me lee el humo de los cigarros que fumo a escondidas. Es difícil llegar a la sana conclusión de que el tiempo no
se devuelve. Que las ventanas se cierran cuando llueve. Que no hay árbol que
espere lluvia sin morir un poco.
Buscar este blog
miércoles, 18 de julio de 2012
Capricho 2
¿Cómo te atreves a discutir con la nostalgia, ella, que aún
tiene buenos modales en la mesa?. ¿Cómo osas describir la primavera en la tapia
de la casa cuando el frío está escuchando, aunque finja prestar atención a la
indiferencia que cuenta su mal chiste de siempre? ¿Qué no te enseñaron a hablar
sin ofender a nadie, a comer con la boca cerrada, a dejar el corazón secándose
en el quicio de la puerta mientras se van las visitas? No vuelvas a mencionar
silencio enfrente de la lluvia, que terminaron hace tiempo. Y no pienses que
vas bien cuando de vez en cuando en medio de tú angustiante felicidad me
recuerdas dibujando salamandras en las ventanas,después de amarte como una gata
vieja.
Caprichos 1
Largas se hacen las noches sin que se decida a
llover. Esperar se disuelva esta sensación que se pega a la piel como un amor
viejo, de un calor sin cuerpo que lo resista, de un volver a rezar las cuentas
del tiempo sin ganas y con intereses.
Vuelve
la lluvia a describir la soledad en las aceras. Vuelve la madrugada a bailar en
mi techo. Y sigue cantando el silencio en las mañanas mientras tomo café. Y el
gato del vecino ronronea eternidad en el jardín espantando a los pájaros y a
los deseos. Espero que el tiempo se aburra de cobrarme los viernes a fin de
mes.
Que
difícil quitarse la mala costumbre de perseguir mariposas, de ver llover o de
esperar a oír tú voz, o su voz o cualquier voz en la ventana susurrando mi
nombre.
Torpe
me siento volviendo a deshojar las flores del tiempo, como sí no supiera que
llevo años viendo los pétalos podrirse a mis pies. Como sí fuera posible que
revivieran los aguaceros de un octubre borroso, lejano, dulce. Como sí fuera
posible que la amargura se diluyera con el llanto suave de abril.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)