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martes, 15 de enero de 2019

Octubre 1

Una vez en octubre, rezaba para que siguiera lloviendo. Una vez las golondrinas de las ilusiones se arremolinaban en los árboles y la neblina era tibia. Después pasaron las tormentas y las cabezas de agua. Y las esperanzas , las libélulas y los comemaiz de mi espíritu se fueron escapando. Las manos se agotaron y los colibríes dejaron de buscar en mi pecho la dulzura.
Pero todo pasa, y después del Río turbulento del tiempo, estoy aquí en relativa paz. A veces me siguen alegrando el día los pájaros pequeños. Todavía me encanta ver llover.

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