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viernes, 19 de abril de 2019

Cupido

No se si pasan las horas más despacio o si es que el tiempo, como un veleidoso dios antiguo, se distrae en la primavera de tu espalda. Me miras como si fuera verdad lo que estás diciendo. Me conmueve el esfuerzo de pintar estrellitas y duendes en la pared sórdida de la pasión. No necesitas dejar el cinismo en la mesa de noche. Puedes, sin ningún tipo de remordimiento, olvidar mis manos mis labios y mi nombre. Igual que ha hecho conmigo el angelillo inconstante y perdido que trata de unir almas en la vorágine de la modernidad, inocente, lúdico.

Desidia

Bebo la desidia de las pasiones sin que pasen mucho tiempo en los labios, como un licor amargo. No me permito hace años sacar el corazón del su refugio de mangle y montaña
¿No ves acaso que de esperar mi cama es más seca que esas pieles de sapo que ruedan en los caminos?

Las horas

Las horas pasan despacio sobre los árboles que se agitan con cadencia cuando el viento insolente les acaricia a la fuerza las ramas.
Que tonto se vuelve a esta edad guardar todavía esperanza.
Tu rostro dice tanto y más tu obstinado silencio.
Tus ojos se han endurecido con los años.
Cuando dices a veces, significa cuando tú quieras.
Nunca te ha importado en particular alguna cosa mía, mis miedos, mis libélulas en el cabello, mis manías.
No entiendes, no me escuchas.
Sin embargo te he dado tanto que algún día vendrás a mi, manso como los Ríos después de los aguaceros, cuando se han llevado todo

La ventana

Miro por la ventana. Aún algún pajarillo desvelado anda buscando el nido. El cielo parece una acuarela desgastada. La brisa corre despacio y con cadencia. Trae una brizna de frío que calma esta humedad viscosa. 
Mi piel húmeda sigue buscando por las rendijas de la nocheboronitas de placeres perdidos. 
Huele a tu nombre a veces mezclado con el café de la tarde.
Imaginé una vez que llegabas tocabas la puerta, y me pedías algo tibio, y como ese pajarillo te guarecías de la nocheen el nido de mis manos. 
Pero aprendí a distinguir los sueños y las ilusiones de la verdad. 
El silencio lo interrumpe la jauría de la gente que llega del trabajo y abre los escandalosos portones. 
¿Dónde calmarás tu corazón de colibrí en estas noches secas ?
¿Dónde saciarás la sed de miradas eternas y silenciosas?
No es aquí, donde alguna vez hasta vos, calmaste la vorágine de culpa o la aplastante tristeza del olvido. 
Nunca pensé que llegaría el día en que le diría que ya te he perdonado por dejarme los labios agrietados y los ojos más cansados. 
Sin embargo si aparecieras, mi ventana ya estaría cerrada para vos tan infranqueable mente como para el polvo. 
Mi muerte pequeñita no te ha perdonado. 
Duerme su espíritu antiguo en las orillas de los ríos. Esperando la cabeza de agua que lo despierte y salir a morderte los pies.
Yo, que ya le pongo desesperanza a los días , ya no espero que nada me mueva, ni las tormentas, ni vos ni nada parecido.

Desde ahí

Desde el silencio en que nos puso la incompatibilidad de carácteres, hoy a pesar del radiante sol mi cielo se puso gris Sos arcilla y piedras, que entorpecen siempre la vuelta de los aguaceros al mar y  le van quitando la fuerza al agua tempestuosa convirtiéndola  en pantanos infectos llenos de zancudos y plantas parásitas malolientes.

Cantos de sirena

Ya probé los melifluos cantos de sirena de la pasión. Creí encontrar en ellos al menos un consuelo. Pero su suavidad ni por un momento calma el estruendoso silencio de la tarde. Las fierecillas dibujadas en tu espalda, tu voz disfrazada en otras voces, tus ojos apagados del color de la miel vieja. Tus labios cálidos. No , no es que no sean como vos. Tarde entendí que no hay forma de volver atrás. Que el destino me dibujo una senda sinuosa y solitaria en la que no estás. 
No estás. No me abrirás las puertas ni caminarás dichosos hacia la casa.
Hasta que me arranquen la esperanza que como monte crece debajo de las lozas de la realidad, creo que por costumbre sigo buscándote.