La alegría brinca como un niño en los charcos que ha dejado el aguacero. Y es que al final del día vi colibríes de colores y el corazón se devolvió 30 años. Y pensé que no importa cuantos inviernos mojen mis zapatos, en el fondo uno no cambia. Y por más cinismo que tome con el café, no pude ,no quise quitarme la sonrisa que me colgaron los diablillos de plumas en los labios.
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