Buscar este blog

lunes, 22 de noviembre de 2010

EL VENENO DE LA MANZANA

Tres cáscaras de amargura finamente rayada. Doce sueños inútiles, un amor frustrado de cualquier tamaño.Poner los ingredientes a cocer en un caldero viejo, cuando se hayan consumido los mejores años agregar tres pizcas de envidia de la buena, dos trabajos, unos 21 gramos de rutina, una docena de desilusiones, dos canas al aire, tres traiciones, drogas, licor, antidepresivos y tabaco al gusto. Volver a hervir hasta que que se forme una venda espesa que aturda los sentidos. Luego mezclar con impotencia hasta que espese. Cuando esté frío, agregar unas gotas de silencio para que se vuelva transparente. Luego tomar tres ramitos pequeños de desidia, atarlos con un cordel de recuerdos tristes y usando esto como pincel, recubrir generosamente las manzanas que tengan el corazón podrido. Deje secar al aire lo que dura un consejo no solicitado. Para hacerlo más atrayente, puede usar unas gotas de esencia de felicidad, en cualquier variedad, bodas elegantes, autos de lujo, viajes al extranjero, ropa de marca, estatus. Para servir coloque varias manzanas en un cesto y decore con cintas que se atan al pasado. Para cuando sus invitadas despierten tendrán celulitis, diez kilos de más, una hipoteca, un divorcio y al menos dos niños, mientras usted sigue siendo la más hermosa del reino.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Rutinas


Se pueden cortar,
se pueden coser unas a otras
como mantas de abuela,
Se pueden hilvanar como los collares
o los rosarios.
Se pueden acumular en los rincones como el polvo,
como las cartas de oficio sin archivar.
Se pueden usar para tapizar las paredes y los calendarios,
se pueden tejer como bufandas,
se pueden lavar y colgar como las amarguras.
Se pueden llegar a amar desesperadamente,
y pueden ser a veces la única razón.
Lo que no se puede es huir de ellas,
no se puede ignorarlas,
por que crecen como mala hierba
en las pasiones,
en las ilusiones
en los muebles de la casa,
en todos los proyectos,
en los sueños,
en los amores.
Entonces, en vez de tratar de evitarlas,
es mejor hacerlas a gusto,
con caricias, con corazones de papel,
Con calma,
con cafés bien degustados,
con cigarros fumados a medias.
con anocheceres
sin nostalgias...

martes, 9 de noviembre de 2010

Los sapos


La bruja del segundo piso estaba un día ordenando el departamento, y se encontró con viejos almanaques que por algún motivo no había descartado.No supo por qué se puso a escarbar el pasado, cuando ella bien sabía que no hay forma de recuperarlo, que no hay magia que regrese los años al caldero una vez que se han ido a jugar con el destino a otra parte. Encontró viejos hechizos de amor, escritos con su puño y letra, Y el corazón se le llenó de pronto con tristeza y desaliento. Por que en esa época era un hada joven llena de ilusiones, volaba por el bosque todas las noches con el corazón rebosante de alegría, teñía de carmín todas las flores, y ponía gotas de rocío a las telarañas para que parecieran joyas. ¿Cómo se había convertido en bruja? ¿Cómo dejó que la piel se le llenara de verrugas, que las alas se le cayeran? Tal vez el humo de los bares oscureció su espíritu, y las alas no aguantaron tantísima amargura. Cuando empezó a dejarse llevar por una tristeza infinita comenzó a hacer todas las locuras, cuando le vendió la inocencia a los gatos negros del pecado para entretenerse, cuando se pintó los ojos de negro y se tiñó el cabello para que nadie supiera que no era la misma. Cuando empezó a dejarse besar por los ogros solamente para que no dudaran de su magia, cuando empezó a enterrar cualquier asomo de alegría debajo del caldero. Cuando comenzó a tomar de las pociones que vendían los duendes en la calle. Cuando empezó a romper las reglas de su propio espíritu. No lo recordó con exactitud, hace tanto tiempo....
Después sacudió la cabeza y en puño echó el montón de cosas viejas a la basura. Se sacudió las ideas locas de la cabeza.Las brujas al fin y al cabo se divertían más, y no tenían miedo a perder ninguna cosa. Los sapos, para desgracia de ellos mismos, llevaban todas las verrugas en el alma, por más príncipes que parecieran.

Tu hogar.


Tu hogar estaba en los recodos de mis manos abiertas,
pero te parecieron tan insípidas,
que teñiste de cosas el tiempo
con tal de hacerlo interesante,
y te fuiste a roer lo mismo en otra parte.

Sólo espero que la alegría
corra como un niño alrededor de tu mesa
y de tu casa.
Que a la tristeza se le olvide dónde vives
o cómo te llamas.
Que tengas manos llenas de caricias
para despertarte en las mañanas,
y risas que te levanten de la cama
con cabellos rubios
y nariz respingada.
Que la abundancia se sienta cómoda
en tu patio.

Y que tu pasado se borre
como el mío.
Y que no recuerdes que una vez
rezaste las cuentas del tiempo conmigo.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Inventario


Dos cartas de amor que no me atreví a escribir,
corazones de papel desteñidos por la lluvia.
Sueños que no quise admitir,
las manos abiertas y vacías.
Un poco más de amargura y menos de belleza,
Menos cuenta de teléfono,
más horas vacías.
Un par de amigos menos,
y dos o tres enemigas de más.
La piel dolorida con tu ausencia,
las ganas de pecar insatisfechas
dos traiciones,
un dolor frío y metálico.
La convicción de haber sido
el mientras tanto más largo de la historia.
No era de mentira
el amor que mezclaba con tu café
el que bordaba en tu rutina
el que te molestaba como un zancudo en la noche.
Del que me quedaron
diez años perdidos
un vientre vacío
un mal sabor de boca.
Sin embargo,
también quedan suficientes recuerdos
para hablar en las barra de bar
un par de tazas de desconfianza,
para no volver a dejar el alma olvidada
en los aguaceros de octubre

Me queda todavía
la Esperanza bien infundada
de que existe para mi un incauto
que deje el alma a los pies de la cama
con la mía...
Que se ría conmigo,
que ame lo que tanto odiabas
y con el cual un día
cerrar de una vez por vencimiento
del pasado este inventario.

Devolverse




El pasado a veces se devuelve,
y toca con los dedos huesudos los talones
y golpetea sus uñas en las ventanas como gotas de agua.
Y nos jala el pelo,
nos enreda los cordones
nos pierde las llaves y las alegrías.
Y aunque está guardado en el cajón
tiene la manía de recordarnos
que una vez rezamos para que siguiera lloviendo,
octubre,
cafés, insomnios, dudas,
madrugadas, cigarros a medio fumar
palabras a medio decir...
El descarado, nos quiere hacer pensar
que hay una forma de arreglar los platos rotos,
nos llena la ropa por un instante,
de boronitas de esperanza.
Y sin embargo, mientras llueve
y tercamente se aparece en sueños,
es tan real
como las manos de la neblina,
como el canto de las piedras
o como un laberinto de espejos.
No se devuelven ni los ríos ni el reloj, ni los libros que se prestan.
Sabemos que la sabiduría cuesta muchas amarguras.
A veces quisiera que se quedara dormido
o hacerle la eutanasia como
a las ilusiones hace años....