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viernes, 5 de noviembre de 2010

Devolverse




El pasado a veces se devuelve,
y toca con los dedos huesudos los talones
y golpetea sus uñas en las ventanas como gotas de agua.
Y nos jala el pelo,
nos enreda los cordones
nos pierde las llaves y las alegrías.
Y aunque está guardado en el cajón
tiene la manía de recordarnos
que una vez rezamos para que siguiera lloviendo,
octubre,
cafés, insomnios, dudas,
madrugadas, cigarros a medio fumar
palabras a medio decir...
El descarado, nos quiere hacer pensar
que hay una forma de arreglar los platos rotos,
nos llena la ropa por un instante,
de boronitas de esperanza.
Y sin embargo, mientras llueve
y tercamente se aparece en sueños,
es tan real
como las manos de la neblina,
como el canto de las piedras
o como un laberinto de espejos.
No se devuelven ni los ríos ni el reloj, ni los libros que se prestan.
Sabemos que la sabiduría cuesta muchas amarguras.
A veces quisiera que se quedara dormido
o hacerle la eutanasia como
a las ilusiones hace años....

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