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domingo, 20 de marzo de 2011

El reproductor

No importa el formato o el precio. La gente necesita tener en las orejas ese aparatito. Para no oir a los mendigos, ni las noticias, ni el regaño de los padres, ni las recriminaciones de los cónyugues, ni el llanto de los niños, ni los discursoso de los políticos. Pero creo que lo necesitamos, para no quedarnos solos con el tenebroso silencio, que carcome la tranquilidad y permite oir a la mente que no descansa, y nos echa en cara los errores, y nos dice sin tapujos lo que ya sabemos y no queremos oir, ni siquiera de nuestra conciencia. Huímos de la soledad pasmosa o del el miedo terrible a no poder cambiar con un botón el mundo que nos rodea.

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