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viernes, 19 de abril de 2019

La ventana

Miro por la ventana. Aún algún pajarillo desvelado anda buscando el nido. El cielo parece una acuarela desgastada. La brisa corre despacio y con cadencia. Trae una brizna de frío que calma esta humedad viscosa. 
Mi piel húmeda sigue buscando por las rendijas de la nocheboronitas de placeres perdidos. 
Huele a tu nombre a veces mezclado con el café de la tarde.
Imaginé una vez que llegabas tocabas la puerta, y me pedías algo tibio, y como ese pajarillo te guarecías de la nocheen el nido de mis manos. 
Pero aprendí a distinguir los sueños y las ilusiones de la verdad. 
El silencio lo interrumpe la jauría de la gente que llega del trabajo y abre los escandalosos portones. 
¿Dónde calmarás tu corazón de colibrí en estas noches secas ?
¿Dónde saciarás la sed de miradas eternas y silenciosas?
No es aquí, donde alguna vez hasta vos, calmaste la vorágine de culpa o la aplastante tristeza del olvido. 
Nunca pensé que llegaría el día en que le diría que ya te he perdonado por dejarme los labios agrietados y los ojos más cansados. 
Sin embargo si aparecieras, mi ventana ya estaría cerrada para vos tan infranqueable mente como para el polvo. 
Mi muerte pequeñita no te ha perdonado. 
Duerme su espíritu antiguo en las orillas de los ríos. Esperando la cabeza de agua que lo despierte y salir a morderte los pies.
Yo, que ya le pongo desesperanza a los días , ya no espero que nada me mueva, ni las tormentas, ni vos ni nada parecido.

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