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martes, 8 de octubre de 2013

La piel no tiene memoria

La memoria de la piel
es un animal ciego, 
salvaje.
No recuerda nombres, 
No recuerda días.
Recuerda sabores, olores.
Y los busca con la ansiedad
de un ejército de hormigas al cruzar la montaña.

La memoria de la piel
no puede cambiarse.
No tiene prejuicios,
tiene papilas pequeñas
que raspan como lengua de depredador
la carne.
No sabe usar cubiertos
ni ser discreta.

La memoria de la piel no es selectiva.

No sabe cuando detenerse.
No sabe de maldades, de traiciones, 
ni de bondad ni de locura.

Y por eso, cuando la piel recuerda a la felicidad
se dispersa, se confunde.
Hace rabietas como los niños pequeños
se humedece si llueve, 
pide sólo que sacien su sed eterna.
No se da cuenta, ni un momento, 
de lo doloroso que pueden ser
recordar.

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